VENCIENDO EL TEMOR Y LA DUDA

Una llamada a la acción

Estudiando las Escrituras, me encuentro frente a un pasaje bíblico que resuena con una claridad sorprendente en mi corazón, ya que me enseña como puedo vivir venciendo el temor y la duda. En el libro de Números 13:1, El Señor le habla a Moisés, instruyéndolo para enviar a explorar la tierra prometida. Cada tribu debía designar a un líder para representarlos en esta misión. Y así, con la orden divina en mente, Moisés envió a estos hombres desde el desierto del Parán, cada uno un líder en Israel.

El informe que trajeron consigo resonaba con una mezcla de admiración y temor. Hablaban de la abundancia de la tierra, de su fertilidad y riquezas, pero también de la fortaleza de los habitantes y la imponente naturaleza de sus ciudades. Los informes de gigantes y poblaciones poderosas sembraron dudas y temores entre los israelitas, alimentando una narrativa de derrota y desesperación.

Aunque Moisés intentó infundir valor y fe en el pueblo, la mayoría se vio abrumada por el miedo y la incertidumbre. Comenzaron a difundir rumores negativos, exagerando los obstáculos y subestimando su propia capacidad para triunfar. Pero entre ellos, dos hombres, Josué y Caleb, se destacaron por su valentía y confianza en Dios. A pesar de las adversidades, ellos creían en la promesa divina y estaban dispuestos a enfrentar los desafíos con determinación y fe.

Las palabras que expresaron estos héroes, llenas de fervor y convicción, nos recuerdan que nuestra fe no es solo un asunto de palabras, sino de acción. Es fácil caer en la trampa del miedo y la duda, especialmente cuando enfrentamos desafíos aparentemente insuperables. Pero como ciudadanos del Reino, estamos llamados a ir más allá de nuestras limitaciones percibidas y confiar en el poder de nuestro Eterno Dios para guiarnos y fortalecernos.

Vivir Venciendo el Temor y la Duda

En medio de las circunstancias adversas, somos desafiados a adoptar una mentalidad de conquistadores, a reconocer que Dios nos ha equipado con todo lo que necesitamos para triunfar. No somos llamados a vivir en la derrota, sino a abrazar la victoria que se nos ofrece en Yeshúa El Mesías. Nuestra fe debe manifestarse en acciones audaces y decididas, en la búsqueda valiente de las promesas del Eterno para nuestras vidas y comunidades.

La transformación comienza con nosotros, como individuos y como comunidad. Debemos rechazar la pasividad y abrazar la responsabilidad de ser agentes del cambio en el mundo que nos rodea. Esto implica liderar con valentía, influir con amor y trabajar incansablemente por un futuro mejor.

En última instancia, el llamado es a la acción. No podemos esperar en silencio a que las cosas cambien; debemos ser los impulsores del cambio. Con los ojos puestos en nuestro Salvador quien nos fortalece y nos llena de fe, podemos superar cualquier obstáculo y conquistar cualquier desafío que se interponga en nuestro camino.

La historia de Israel nos recuerda que el camino hacia la conquista está lleno de obstáculos y desafíos, pero también está marcado por la fidelidad y el poder sobrenatural de nuestro Eterno Dios. Él nos llama a avanzar con valentía, confiando en Su dirección y provisión en cada paso del camino, para así poder aprender de los errores del pasado y abrazar el llamado divino a conquistar nuevas alturas en nuestra fe y en nuestra vida cotidiana.

La pregunta final que se plantea es clara: ¿estamos dispuestos a levantarnos, vencer nuestros miedos y dudas, y actuar con valentía en nombre de nuestro Señor? La respuesta a esta pregunta determinará no solo nuestro propio destino, sino también el destino del mundo que nos rodea.

Como ministro del Eterno, me siento desafiado y empoderado por este hecho. Reconozco la importancia de inspirar a otros a superar el miedo y la duda, a abrazar una mentalidad de victoria y a confiar en el poder transformador de Dios en sus vidas. Que podamos ser instrumentos de Su gracia y fortaleza, capacitados para liderar a otros hacia una vida de fe y conquista en Yeshúa nuestro Mesías.

Que cada uno de nosotros encuentre la fuerza y la determinación para responder afirmativamente a este desafío, y así convertirnos en los verdaderos conquistadores que Dios nos llama a ser.

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